Hoy quiero tratar un tema del que no solemos hablar mucho, pero creo que es imprescindible que se haga. Es algo que, de alguna manera, ya sabemos que va a pasar pero que ni quieres pensar, ni tampoco estás preparada. Te voy a hablar del duelo, del dolor horrible que es perder a tu conejito. Pero también te voy a hablar de que ese dolor pasa y se transforma. Acompáñame en este viaje de lágrimas y recuerdos.
De cómo se fue Lala
Seguramente este post no podría escribirlo si no tuviera la experiencia de haber pasado por un duelo. Es algo que no puedes comprender hasta que no pasas por ello. Ojalá aún no supiera qué es, pero aquí estoy para contarte y ayudarte si estás transicionando la pérdida de tu conejito.
Lala falleció en enero de 2022, de repente. A los dos días iba a cumplir siete años. Un mes antes le habíamos hecho a ella y a Mico una analítica porque claro, ya se iban haciendo mayores (Mico tenía 8 años casi). Fue un domingo como cualquier otro, soleado. Por la mañana estuvo sentadita en mis pies y aproveché para hacerle unas fotos, salió al balcón conmigo y se fue corriendo…nada indicaba que le ocurriera nada, estaba activa y gamberrita como siempre.
Ese domingo salimos a comer fuera y llegamos a media tarde a casa, les saludamos, vimos que todo estaba bien y salimos durante veinte minutos a un recado. Al llegar, vimos que algo pasaba, Lala estaba escondidita y tenía la boca abierta, respirando a través de ella. Yo, después de tantos años hablando sobre su salud, sabía que eso no era nada bueno, así que corrimos al hospital de urgencias más cercano. Antes llamé y avisé para que estuvieran preparados.
El camino se nos hizo eterno, solo podíamos decirle que aguantara, que no tuviera miedo. Recuerdo que me sentía con mucho miedo pero no podía siquiera llorar del susto que tenía. En cuanto llegamos al hospital entregué el transportín y la metieron corriendo a estabilizarla. Estuvimos allí un rato esperando y, de repente todas las auxiliares corrieron y al ratito nos avisaron. Ya no la volvimos a ver más con vida. No me pude despedir de ella, de mi petitona, de nuestra orejona.
Llegó muy apurada allí, intentaron estabilizarla pero no pudieron y finalmente tuvo un paro cardíaco sin que pudieran hacer nada por ella. Días más tarde, la necropsia nos ayudó a entender que no habíamos hecho nada malo, que ella tenía un problema en el corazón y que ese día se encharcaron sus pulmones y poco se podía haber hecho.
La despedida
Como te decía, no nos pudimos despedir de ella, no hubo oportunidad de darle un beso, de volver a acariciarla con vida. La veterinaria estuvo hablando con nosotros para ver qué había podido pasar, si podía ser una parada o cualquier cosa…pero no había signos para pensar en ello.
Nos preguntó si queríamos verla y yo sin pensarlo dije que sí. Y allí estaba ella con su suavidad y sus patotas gigantes, con sus orejas grandes y su culete pomposo. Nuestra peque ya no estaba, pero podíamos darle un último beso y agradecerle todos estos años juntos.
No te voy a engañar, allí lloramos mucho, fue una noticia desgarradora y no podía creérmelo.

La casa vacía
Llegar a casa con el transportín vacío. Llegar a casa y que ya no esté. Y ser consciente de que ya nunca más estará.
Es muy duro.
Durísimo.
No siempre los peques fallecen fuera de casa, puede pasar que te encuentres con esa situación repentinamente en casa o que, tras una enfermedad, fallezcan en tus brazos. En cualquier caso, es importante tratar ese vacío que se queda.
Para mí fue un proceso raro. En seguida me puse a ver todas las fotos y vídeos que tengo guardados de ella, me sumergí de lleno en verla, en despedirme de ella de alguna manera. A mí me ayudó muchísimo poder decirle adiós en el vete donde falleció, pero por ejemplo a David no le vino muy bien. Al final cada uno siente de una manera y hace lo que puede en estos procesos dolorosos. Pero a mí hablar de Lala, ver sus vídeos…me conectaba con ella.
Los siguientes días fueron muy tristes. Afortunadamente me pilló de vacaciones y pude estar en casa tranquila, llorándola, sanándome. David y yo nos apoyamos el uno en el otro. Cuando uno tenía un bajón, se lo decía al otro y nos abrazábamos, llorábamos y tirábamos para adelante, como podíamos, como aprendimos a hacer en ese momento.
Porque es que nadie te enseña, no hablamos de éste tema y no estamos preparados para la muerte, pero ese es otro tema.
Y el tiempo va pasando…
Aquello que dicen que el tiempo lo cura todo, en el fondo, es verdad. Aunque parezca que no vas a poder salir de ese sentimiento profundo de pérdida, aunque creas que te falta algo y que no tiene sentido (yo recuerdo perfectamente pensar «¿qué hago con todo el amor que tenía para ella?«)…con el paso de los días, con la asimilación de lo que ha pasado, te vas dando cuenta que estás un poco mejor que el día anterior.
Y no te voy a mentir, he llorado mucho la pérdida de mi Lalita y no me quiero imaginar cómo será cuando Mico ya no esté. Pero durante esos días en los que cualquier cosa nos recordaba a ella también hubo momentos «normales», también me reí, también agradecí cosas y disfruté momentos. Y está bien. No es nada sano pensar que durante el proceso de duelo no puedes permitirte reirte, no le estás faltando al respeto, no le quieres menos por ello. Pero es cierto que, justo en ese momento yo he llegado a pensar «¿cómo puedo estar riéndome de ésto con la pena que tengo dentro?«. Pues porque somos humanos, somos complejos y no nos guía solo una emoción a lo largo de nuestra vida, ni de incluso a lo largo de un día. Todo lo que sientes es válido.
Durante este tiempo está bien todo lo que sientas, sea miedo, rabia, tristeza, incertidumbre, soledad…pero solo te pido que no te refugies solo en esos sentimientos.
¿Cómo sigo adelante?
Yo no soy experta en duelo, no puedo ayudarte si estás pasando por un duelo muy duro, por favor pide ayuda si es así. Te puedo contar, eso sí, lo que me fue bien a mí y lo que he ido hablando con otras maminejas y papinejos a lo largo de estos años.
– No te aisles, rodéate de gente que pueda entender tu dolor y no te juzgue. Ya sabemos que no todo el mundo entiende el sufrimiento por la pérdida de un animal. Esa gente en este momento no te irá bien, pon límites y acude a gente que sepa apoyarte.
– Habla sobre lo que estás sintiendo. Todo lo que estás experimentando es válido…pero es importante que lo puedas compartir. Ya se sabe que las penas cuando se cuentan, alivian un poco la carga personal. Hablarlo te hará soltar y te hará conectar también con otras personas y te hará sentir menos sola/o/e.
– Llora, grita, maldice…sácalo fuera. Puede que te vaya bien ver sus fotos o vídeos en seguida o puede que no, que necesites más tiempo. Puede que te venga genial llorar y sacar la tristeza o la rabia o puede que seas una persona más introvertida y que, quizá te vaya mejor escribirlo y desahogarte así. A algunas personas les van bien los rituales, tener algo presente que les conecte con su conejito, a otras no les hace falta y les basta con pensar en él. Lo que intento decirte con esto es que busques la manera de estar en paz y que examines dentro de ti qué puede ser aquello que necesitas.
– Ten en cuenta que el duelo no es algo lineal, el duelo es un proceso que nunca acaba. Va cambiando, evoluciona, pero no tiene un final claro. Simplemente un día te empiezas a encontrar mejor y ya no es todo tan cuesta arriba y empiezas a recordar con una sonrisa.

Tu duelo es único
Sea como sea tu proceso de duelo, es único. Tú tienes tus propios sentimientos, tus herramientas, tus expectativas y miedos. Tú tienes experiencias previas que te hacen ser de una manera y sentir de una manera. Por lo tanto, cada duelo es diferente. No hay tiempos específicos, no sé cuándo «se te pasará». Pero sé que ese dolor desgarrador que se siente al principio se va diluyendo. Al principio te envuelve y no te quiere dejar salir de ahí, es como estar en medio de una tormenta y sentir que no tienes dónde ir, dónde agarrarte. Y, poco a poco, ves que las nubes se van disipando, que empieza a asomar algún rayo de sol y aparece algo donde puedes subirte y respirar de nuevo. Quizá esa ayuda, ese rayito de sol son tus amigas, tu familia o tu pareja. Pero también estás tú buscando la manera de salir a flote, no te olvides. Eres capaz, podrás sentirte mejor.
Te abrazo.