¡Hola amigonejxs! Hoy me apetece hablaros de manera más personal. Ayer Lala hizo un año formando parte de nuestra pequeña gran familia y, echando la vista atrás, son muchas las cosas que hemos aprendido de estos dos perfectos conejos gamberros y amorosos. Así que hoy quiero hacer un balance de todo lo que he aprendido de ellos.
Antes de Mico nunca había convivido con animales -por lo menos de manera consciente, ya que de pequeña vivió alguno con nosotros- así que mi concepción de ellos era más que nada de contemplación. Pero todo cambió. Tal y como Mico posó sus patitas por primera vez en el suelo de nuestro piso, sentí que todo había cambiado. Había leído todo lo posible sobre su alimentación, cuidados, consejos…Había visto vídeos y había hablado con amigas que ya vivían con un conejito pero, ¡qué distinto era todo ahora que estaba con nosotros! El sentimiento de responsabilidad creció a la misma velocidad que el amor por él. Un año después adoptamos a Lala, como ya os conté aquí y el amor se afianzó y se disparó aún más.

Aprendiendo de los conejos

De ellos dos he aprendido a querer por encima de mis posibilidades. Soy una persona bastante sensible pero nunca había pensado que pudiera sentir algo así por un animal no humano. Con mi amor por ellos también ha crecido un amor por los animales que incluso me ha llevado a replantearme mi alimentación (tanto el amor, como ver la injusticia que acometemos contra ellos aún autodenominándonos «amantes de los animales», pero ese es otro tema).
Seguro que vosotrxs también compartís muchos momentos con ellos. A veces bailo e intento que bailen conmigo pero me miran con cara de «¿qué haces?» y se dan media vuelta, alejándose cruelmente. Me humillo ante ellos suplicándoles un beso, prometiéndoles cosas y hablándoles en un tono edulcorado que nunca pensé que podría salir de mi garganta…y aun así, la mayoría de veces ni me hacen caso. Pero, ¡ay, cuando te dan un beso! Cada vez que pasan su lengüita por mi mano, poniéndole ganas y acicalándome y haciéndome sentir parte de su familia, aceptándome…cada vez que eso pasa, me siento llena de orgullo y de tranquilidad. Cada vez que me dan con su morrito en mi pie, intentando llamar mi atención, a veces simplemente porque quieren pasar y otras porque quieren mimos, ¡mis mimos! ¡qué afortunada me siento!

Mil gracias

Hoy sólo quiero darles las gracias a ellos. A sus orejitas llenas de pelo, a sus ojos separados que a veces les hacen ser torpes y chocarse cuando están cerca del objetivo. A sus patitas cortitas y sus pies grandes, a sus torpezas. Gracias a sus ansias locas cada vez que escuchan una bolsa, aunque no sea su bolsa de comida. A sus ruiditos cuando beben del bebedero. No me puedo olvidar de sus naricitas inquietas y sus largos bigotes y sus colas perfectas y pomposas. A su forma de tumbarse elegantemente con las patitas estiradas y a cuando se tiran como si hubieran estado trabajando tooodo el día. A sus patitas rascando la puerta queriendo entrar a nuestro dormitorio. Incluso a sus cacas redonditas y perfectas (¡y que sigan siempre así!). A su forma de hacernos saber que nos quieren: tumbándose cerca, dejándose acariciar, dándonos besitos, buscando nuestro contacto.
Les doy gracias por dejarme quererles. Por dejarme ser su mamineja y cada día espero poder seguir haciéndolo por muchísimos años.
Y os doy gracias a vosotrxs, que nos leéis y nos seguís y sois parte de nuestra comunidad. Gracias de corazón por vuestros comentarios. Por vuestras fotos, por cada «me gusta» y por cada vez que compartís nuestros posts. ¡Por favor, seguid haciéndolo! ¡MIL GRACIAS!

¿Qué te ha parecido este post, te ha servido?

¡Haz clic en un corazoncito para puntuar!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

De momento no hay votos, ¡deja el tuyo y estrénalo!

Pin It on Pinterest